9/10/12

La muchacha que no podía dormir sola…


Esta es la historia de una joven que por alguna razón no podía dormir sola, al llegar la noche, cuando sus parpados tendían a cerrarse por el sueño que la inundaba, ella iba hasta su cama y al ver el colchón solo, al ver la sabana fría ella no podía dormirse, se sentía vacía, hueca, necesitaba sentir la respiración de alguien mas abrazar la piel de algún hombre, sentir el calor de otro cuerpo, por un tiempo remedio esta necesidad al dormir con su perro, de alguna forma la tranquilizaba sentir el animal a sus pies, calmaba a medias su soledad, cuando su perro murió, la muchacha volvió a sufrir del desvelo nocturno, hasta que decidió comprarse un gato, el ronroneo del gato calmaba la extraña necesidad de dormir con alguien a su lado, aunque en su interior sabia que un gato no podía reemplazar el calor de un hombre.  Al morir su gato, la muchacha quedo sola otra vez, habían pasado dos semanas en las que no podía dormir y esto acababa por enfermarla, no era fácil para ella conseguir novio, sus manías extrañas hacían alejarse a los hombres, aunque era una mujer bella, de curvas flamantes y joven aun. No le era difícil conseguir hombres cuando salía de noche, el problema era que ellos buscaban alguna aventura nocturna, generalmente sexo, y ella no quería tener sexo con ellos su única pretensión y necesidad era acostarse con ellos en la misma cama, para dormir abrazada a su pecho, para sentir el calor de su piel, para sincronizar sus respiraciones y así soñar tranquila. La mayoría de los hombres no comprendía su necesidad, y generalmente terminaba echándolos de su casa por pretender tener sexo con ella, algunos accedieron a dormir sin tener sexo, pero en algún momento de la noche comenzaban a tocarla o pretender que ella los toque, la muchacha no sentía necesidad y tampoco le gustaba fingir, una de sus habilidades era la sinceridad. Pasado un tiempo, sin conseguir un hombre que quisiera solo dormir con ella, y cansada ya de jóvenes sexo patas, viejos verdes, hombres que querían descargar su libido, toquetones, decidió buscar otra alternativa para conciliar el sueño. La muchacha no tenia amigos por lo que no podía pedirle el favor a nadie y la gente extraña que conocía no podía comprenderla. Todo cambio un viernes por la tarde, ella con sus parpados hinchados, ya sin perro, sin gato y cansada de no encontrar alguien con quien dormir, salio ala plaza del frente de su casa y se sentó a mirar el tiempo, dentro suyo pensaba en que no habría solución, ni freud ni los médicos podían resolver este problema, en el banco del frente había un muchacho, le llamo la atención sus parpados hinchados, su cara de trasnochado, pero a pesar de ello el joven era bello, estaba sentado, al igual que ella mirando el tiempo, como si buscara algo sin saber que, algo sintió esa muchacha al ver al hombre que estaba frente a ella, comenzó a imaginar la vida de aquel sujeto, por que había llegado hasta ese banco, si tal vez sufrió del mismo problema que ella, si quizás no dormía por las noches a causa de su soledad, paso una hora, y lo dos seguían allí esperando, ella lo miraba de a ratos, y el también a ella, el sueño invadía a los dos, a veces sus parpados se cerraban, no se animaban a hablarse, pero pareciera que al cambiar de pose en el banco entablaban sus cuerpos una conversación. Había caído la noche ya, y el muchacho decidió levantarse, camino pausado unos pasos, se acerco al rostro de la muchacha, bajo la mirada, y titubeando le dijo, disculpe el atrevimiento, quizás a usted le resulte un poco extraña mi propuesta, no estoy buscando lo que parece, solo le quería proponer si me acompañaría a dormir esta noche, hubo una pausa, la muchacha no contesto de inmediato, pero al cabo de unos minutos le sonrió y asintió con su cabeza, ambos sonrieron, se miraron, y supieron que por fin se habían encontrado… en el camino a la casa del joven, ambos hablaron tranquilamente, miraron la luna. Se miraron, y sonrieron, hacían falta pocas palabras. Quizás por que ambos eran tímidos o porque sabían que todo este tiempo habían esperado aquel encuentro. Esa noche hubo luna llena, el viento soplaba fuerte, y la muchacha que no podía dormir sola, conoció a un muchacho que no podía dormir solo, ambos se abrazaron y sincronizando sus respiraciones, se hundieron en el tan esperado sueño.