5/11/11

Autosometimiento.


Mientras espero en la sala iluminada llena de cubiculos pequeños que contienen camillas, unas mujeres con mamelucos entran y salen de dichos cubiculos; adentro se encuentran otras mujeres a quienes vi sentadas hace un rato a mi lado, a la espera. Se escuchan quejidos, tirones, al pasar unos minutos la mujer que había entrado cabizbaja sale sonriente, no era una sonrisa natural, algo me hizo dudar.
El reloj iba cada vez mas lento, yo a la espero, ansiosa de develar lo que se escondía detrás de las blancas cortinas, de fondo, una radio eclesiástica; “hoy se empieza a tratar el tema del aborto en el congreso” comenta una de las locutoras, quienes comparan el aborto con la fecha de San la muerte, expresan su repudio a la libertad del cuerpo de la mujer y buscan convences a los oyentes citando a dios. De repente me percate de algo, las mujeres con mameluco llevaban colgadas collares con cruces plateadas que resplandecían en su cuello.
Llego mi turno, la mujer abrió la cortina y me hizo pasar, su sonrisa era tan amigable que me provocaba escalofríos, cerró la cortina y antes de irse dijo: “cambiese”; no sabia que iba a suceder, solo atine a seguir el curso de los hechos y me desvestí. Unos minutos después ella vuelve a traspasar las cortinas, en sus manos llevaba un tarro de acero con un liquido caliente, en la otra mano un gran palillo; me hizo acostar en la camilla, desnuda, yo solo cerré los ojos, no sabia que podía suceder…Comencé a sentir como esparcía el liquido caliente por todo mi cuerpos, embadurnándome, como quien pone una salsa a un pedazo de carne, el liquido me quemaba por un rato, decidí abrir los ojos, pude ver a aquella mujer sonriente colocando el liquido que llevaba entre sus manos por todo mi cuerpo, la cruz de su cuello brillaba mientras tarareaba una canción religiosa que veneraba a Dios. Entonces, comenzó a tironear el liquido seco que cubría mi cuerpo, me estremecí, de un solo golpe tiro de aquella especie de capa ahora fría, mi piel se erizo; la mujer que me manipulaba estaba feliz cantaba cada vez mas fuerte, yo ya no podio hacer nada, acostado ahí sometiéndome al dolor, sin negarme, inmóvil. La mujer sale del cubiculo, lleva sus elementos y solo me dice “ya esta”.Me quede en la camilla unos segundos, no supe que hacer, pero advertí que a mi espalda se encontraba un espejo, tenia miedo de mirarme, sospechaba que algo podría haber cambiado en mi, me enfrente con mi reflejo, con mi yo, quien ya no era yo sino otra mujer que me miraba sonriente, con una sonrisa plástica, artificial, mi piel se había transformado parecía plastificada, me recordaba a las muñecas con las que solía jugar de niña. Agarre mis cosas, me vestí y atravesé las blancas cortinas para salir de aquel cubiculo que me aprisionaba, escape lo mas rápido que pude, ya era tarde…
Candelaria Spicogna